Miguel Marcos, artista vigués afincado en Madrid, celebra este 2021 que Le Voyeur, la ecléctica e inclasificable banda que encabeza, cumple diez años y se encamina a la publicación de su quinto disco, de modo que este fin de semana hace escala en Vigo para ofrecer dos pequeños conciertos y presentar un libro.
“Volver a Vigo es volver al origen, a casa, el lugar del que me fui con 17 años para ganarme la vida con la música. Son ya más años viviendo en Madrid que en Vigo, pero lo importante es la decisión artística de volver siempre a la raíz”, ha dicho Marcos a Efe desde el tren en que viaja hacia la ciudad olívica, la cual también ha tenido influencia en su trabajo.
“Le Voyeur siempre tuvo mucha herencia de la movida viguesa, ahí hay mucho de Siniestro Total, de Golpes Bajos. Hemos tenido y tenemos una cultura tan rica y tan curtida creativamente que siempre me he fijado en eso aunque haya renegado de su vida en la ciudad”, bromea.
Su escala en Vigo comenzará mañana, viernes, a las 19:00 horas en la Casa del Libro, donde Le Voyeur ofrecerá un acústico interpretado por Miguel Marcos y Diego Serrano antes de que Marcos firme ejemplares de su cancionero ‘Muerde aquel verso’, donde se recogen en orden cronológicamente inverso todas las canciones de Le Voyeur en estos diez años y que acaba de publicar la editorial de poesía Ya lo dijo Casimiro Parker, una elección no tan sorprendente.
Sesgo poético
“Cuando estaba empezando a maquinar la idea de recoger todas las canciones en un libro, la llevé a varias editoriales y en realidad hubo una cosa que me convenció: que todos los editores con los que hablé me dijeron que el sesgo poético que tenían las letras las hacían dignas de ser publicadas como poesía, que sin música funcionaban bien, como un poemario”, explica.
Canciones con un ADN propio que pueden funcionar como poesía en un momento dado, según explica Marcos, lo que permite a Le Voyeur adaptarse a todo tipo de ambientes y escenarios, como el del Festival Internacional Kerouac de poesía, en el que la banda ofrecerá un segundo concierto el sábado, en esta ocasión a mediodía en la Taberna del Náutico.
Celebra así el artista vigués diez años que resume como “una aventura, un viaje hacia el fin de la noche, un aprendizaje y, sobre todo, la elección de un camino artístico que empieza en 2010 cuando cojo un avión desde Madrid a Liverpool con Nacho Mastretta y grabamos aquel ‘Le Voyeur Méndez’ (2011), el primer disco”, explica.
Trajes diferentes
Le siguieron ‘Yo inventé el amor’ (2013), ‘Episodio aparentemente letal’ (2017) y ‘Popnografía’ (2020), y en preparación está ‘Bailes infraleves’, que en breve verá la luz, un recorrido a lo largo del cual Le Voyeur ha “ido vistiendo trajes diferentes”, como explica Marcos. “Es importante remarcar que es un proceso creativo de diez años del que al final lo que sobrevive son las canciones, que hemos ido vistiendo de muchos géneros, colores y trajes diferentes, pero al final han sobrevivido, por eso las estamos presentando en esta gira que recala en Vigo”.
No será la única en Galicia; Le Voyeur estará la semana que viene en Ourense, el jueves en el Festival ICCWeek compartiendo escenario con Santiago Auserón y Coque Malla, y el viernes firmando ejemplares de su libro en la histórica librería Cátedra.
¿Y después? Pues después “se presagia un futuro bastante acogedor para Le Voyeur”, estima Marcos, que habla de una “camino difícil” durante estos diez años, lo que se compensa con que ahora “todo se empieza a ubicar y a coger sentido”, con la banda cogiendo “la buena ola”, en carteles de festivales de poesía de música, con más de una veintena de bolos contratados hasta septiembre y con muchos proyectos en mente.
Canciones que son poemas
Si todo funciona tal vez sea porque Marcos entiende que “el engranaje artístico tiene que empezar por una oficina, con gente de promoción, músicos con su propia jerarquía en la banda, una estructura casi empresarial para que una banda sobreviva en estos tiempos”.
Le Voyeur lo ha hecho, con una música que apuesta por la mezcla, el baile, la electrónica, el pop y la poesía para envolver unas canciones que son poemas y que bien pueden ser interpretadas con el solo acompañamiento de una guitarra acústica, todo lo cual bien vale una celebración antes de comenzar a pensar en los próximos diez años. “Lo que queda al final son las canciones, sobrevivirán siempre por encima de nosotros si hay alguien que las escuche. Nosotros podemos desaparecer, las canciones no”, resume Miguel Marcos.