Fruto de ese atrevimiento llegan los desequilibrios, los extremos. Después de haber disputado 25 partidos de Liga, el Celta ya ha encajado tantos goles (44) como toda la temporada pasada y arrastra un golaveraje negativo (-6). Ahora mismo, solo cuatro clubes de Primera reciben más goles. Cierto es que un cuarto de esos tantos llegaron en dos partidos, contra el Valencia (1-5) y contra el Barcelona (6-1), pero enfrentamientos aparentemente controlados como contra el Eibar, el Levante o Las Palmas se acaban convirtiendo en choques cargados de tensión a causa de esa despreocupación defensiva.
Pero esa decisión a la hora de encarar al adversario no es gratuita. El Celta es el cuarto equipo que más goles marca (38), solo superado por el Real Madrid, el Barcelona y el Eibar. Va camino de superar sus registros del curso pasado (47 tantos a favor). Ni siquiera equipos que le preceden en la clasificación como el Atlético de Madrid, el Villarreal o el Sevilla le superan en esta faceta. A cambio, obtienen sus puntos gracias a su solidez atrás. A veces es sólo una cuestión de prioridades: priorizar la portería ajena o priorizar la portería propia.
Este Celta es el de los extremos, el que arriesga para ganar. Para bien y para mal, como quedó demostrado en la Copa del Rey contra el Atlético de Madrid y contra el Sevilla. Ya lo admitía el propio Berizzo al final del partido contra el Eibar: “Somos un equipo que propone jugar y a veces encajamos más de lo que debemos, pero mientras marquemos más…”. Las cuentas le salen al técnico argentino.