Se ha tratado de la extirpación de un tumor con potencial maligno (adenoma) de la conocida como «Ampolla de Vater» que es la parte del duodeno donde concluyen y desembocan los conductos biliar y pancreático.
Esta resección se realizó con una técnica quirúrgica poco agresiva que permitió conservar el duodeno y el páncreas, así como las vías biliar extrahepática (colédoco) y el conducto pancrático.
Según señaló a través de un comunicado el Sergas, fue la cirujana pediátrica Pilar Fernández Eire quien realizó la intervención, ayudada por el coordinador de la Unidad de Cirugía hepatobiliar, Fabio Ausania, y por otro cirujano pediátrico, el doctor Pigni. La responsble del equipo de anestesia fue la doctora Fernández Cebrián.
«La extirpación de los adenomas ampulares es esencial porque su potencial maligno supera el 90 por ciento de los casos. Estos adenomas pueden presentarse de forma esporádica, generalmente a partir de la quinta década de vida, o asociados a síndromes de poliposis hereditarios. En este grupo es en el que su presentación es más temprana y frecuente pero no en niños sino en mayores de veinte años», señaló la cirujana responsable de la intervención, la doctora Fernández Eire.
La ecoendoscopia detecta más del 95 por ciento de los tumores ampulares, sin embargo en el momento actual no existen dispositivos adecuados para niños pequeños, por debajo de los treinta kilos. «Con estas premisas la solución más adecuada para la niña fue la cirugía abierta, con apertura del duodeno y la extirpación del tumor, que ocupaba toda la ampolla de Vater, prolongándose hasta la primera porción del yeyuno», añadió la doctora.
La técnica empleada, la resección ampular transduodenal, es poco utilizada en adultos e incluye la escisión transduodenal de la ampolla de Vater y las porciones terminales de los conductos biliar y pancreático con el «reimplante» de los mismos en la pared duodenal y el cierre primario del duodeno.
Esta técnica puede presentar complicaciones como la posibilidad de una resección incompleta y el riesgo de recaída. «En nuestro caso fue completamente exitosa ya que a pesar de ser un tumor mayor de tres centímetros la exéresis fue completa, demostrándose en la anatomía patológica unos márgenes libres de tumor. La pequeña evolucionó con un postoperatorio exento de complicaciones y en pocas semanas estaba en casa realizando una vida normal», subrayó Fernández Eire.
Tumores malignos en el 90 por ciento de los casos
Los tumores de la ampolla de Vater se denominan ampulomas y son muy raros, representando en los adultos el 2 por ciento de todos los tumores del tracto digestivo, mientras que en los niños es una patología excepcional. Son tumores que no se pueden llamar benignos ya que en más del 90 por ciento de los casos acaban siendo malignos.
Su sintomatología clínica es inespecífica, y no siempre evidente. En el caso de la niña intervenida, se manifestó con la dilatación de las vías biliares extrahepáticas y con la aparición de síntomas propios de colestasis, sobre todo el prurito y la picazón en la piel.
Ahora, la doctora Fernández Eire está preparando un artículo científico sobre este caso para su publicación en las más prestigiosas revistas internacionales ya que «tras contrastar con otros hospitales europeos de mucho volumen de cirugía hepatobiliar, existe consenso entre los colegas en que fue algo excepcional, de gran relevancia por el caso en sí mismo teniendo en cuenta la edad de la niña y por la cirugía ya que la técnica tiene específicas indicaciones», concluyó.